Las buenas poleras básicas no deberían durar solo una estación. Si están bien hechas (y las cuidas bien) pueden acompañarte por años sin perder su forma, su color ni su estructura.
Y si eres de los que repiten sus favoritas (porque admitámoslo, todos lo hacemos), vale la pena tratarlas como se merecen.
Acá te dejamos una guía simple, sin vueltas, para cuidar tus poleras de algodón, sin logo, unisex y de manga corta como un profesional (sin serlo).
🧼 Lávalas con agua fría y detergente suave
El agua caliente puede parecer la opción rápida, pero es el camino directo a que tu polera de algodón pierda color y se achique.
Usa agua fría y un detergente suave —idealmente sin blanqueadores ni aromas fuertes— para mantener el color y la estructura por más tiempo.
Si además lavas tus poleras en ciclos cortos, mejor todavía.
🔄 Dales la vuelta antes de lavar
Un pequeño gesto que hace una gran diferencia.
Lavar tus poleras con estampado del revés ayuda a proteger los colores, evitar pelusas y mantener el diseño intacto.
Así, cuando la vuelvas a poner, se verá como nueva (aunque no lo sea).
🌤️ Evita la secadora a altas temperaturas
Sabemos que el secado al aire puede parecer eterno, pero vale la pena.
El calor alto de la secadora daña las fibras del algodón y puede deformar la tela.
Seca tus poleras básicas al aire libre, o si no hay opción, usa la secadora en modo frío o baja temperatura.
El sol directo también puede desteñir los colores, así que busca sombra: tus prendas lo agradecerán.
🚫 No planches directamente el estampado
Si tu polera tiene algún diseño, evita que la plancha lo toque.
Plancha siempre del revés o pon un paño fino encima del estampado.
Y si tienes plancha con vapor, mejor aún: el algodón de 200 g se mantiene firme y suave sin necesidad de contacto directo.
🧺 Un extra: cómo guardarlas
Las poleras unisex de algodón, especialmente las más gruesas, se conservan mejor dobladas que colgadas.
Esto evita que se deformen los hombros o que se estiren con el tiempo.
Además, un clóset ordenado (y lleno de buenos básicos) siempre mejora el ánimo.
En resumen
Cuidar tus poleras no requiere esfuerzo, solo constancia.
Lávalas bien, sécalas con calma y trátalas con cariño.
Así, cada una seguirá cumpliendo su misión: acompañarte todos los días y verse bien, sin importar cuántas veces la uses.
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